La pandemia desencadenada por el Coronavirus 19, ha generado, una situación, sin precedentes, que implica un gran reto para la garantía del derecho a la educación, en todo el mundo.
En algunos casos, como en Venezuela, en el que la realización de ese derecho ya estaba altamente comprometida, el reto es mucho más grande.
Frente a ello, el ejecutivo suspendió las clases a partir del lunes 16 de marzo, a través de un anuncio hecho en cadena nacional el viernes 13. Eso sucedió a mitad del año escolar, faltando pocos días para el cierre de su segundo momento pedagógico (denominación utilizada para sustituir el término lapso).
En consecuencia, para dar continuidad al proceso educativo, el ministerio de educación, giró algunas instrucciones, entre ellas la creación del programa denominado “Cada Familia, Una Escuela”.
Ayer, una noticia publicada en el portal del ministerio de educación, afirma que ese plan se ha “desarrollado exitosamente en sus primeras 2 semanas”. Sin embargo, no es esa la información que tenemos de muchas regiones del país, ni la percepción que la ciudadanía tiene. (*)
En términos generales, lo que hemos recogido indica que hay mucha incertidumbre en las escuelas y en las familias sobre lo que implica el desarrollo del plan, qué debe hacer y cuáles son las responsabilidades de cada uno de los participantes, cómo debe desarrollarse el plan en las casas y cómo se establece la relación con el maestro y la escuela; también hay mucha inquietud y preocupación porque las comunicaciones no son efectivas, ni a través del programa de televisión, ni en los pocos documentos que circulan, así como tampoco en las comunicaciones parciales que se dan usando audios y textos, por los chats asociados a la red de supervisores de las zonas educativas.
Obviamente, la suspensión de clases, era una medida necesaria para evitar la propagación del virus, pero el lanzamiento del programa, ese o cualquier otro que se pudiera haber creado, y dado que en Venezuela no existen las condiciones para cambiar automáticamente de educación presencial a otra forma o modalidad, requería de dos acciones previas: una evaluación de condiciones y un diseño serio, completo y adecuado.
Estas acciones, que pueden ser progresivas e instrumentadas simultáneamente con otras, requieren tiempo, por lo que se supuso que el ministerio pudiera estar trabajando en ellas, sin interrumpir el año escolar, y en consecuencia, que existiera, claramente decretada, una etapa de adaptación, una especie de pausa sin interrupción, que permitiera adecuar el sistema y trabajar para que lo que sucediera garantizara el derecho a la educación para todos, sin discriminación de ningún tipo y con calidad. Eso es lo que esperaría que hiciera el ministerio, en lugar de apostar por mantener las fechas del calendario y “cumplir” con el cierre del período en curso,
Antes de seguir, es importante recalcar que, por los precedentes, incluyendo la pérdida de clases a raíz del apagón que afectó el año escolar pasado, el país sabe que el ministerio privilegia el cumplimiento de las fechas y la certificación, en lugar del aprendizaje. En efecto, en unas declaraciones recogidas por los responsables de prensa del MPPE el pasado 26, Aristóbulo Iztúriz afirmaba que «Este drama que ha ocurrido en el mundo se dio en medio del desarrollo educativo, culminando el segundo momento pedagógico, y nosotros estamos obligados a garantizarle al muchacho la validación de los estudios preservando su derecho a la salud y su derecho a la vida”. (**)
Obviamente, «validación de los estudios» se aproxima más a lo que se ha entendido en las dos últimas décadas en Venezuela por certificación de los aprendizajes, que en muchos casos, es automática y no necesariamente refleja la calidad y completitud de la formación desarrollada.
«Cada Familia, una Escuela», o ¿es lo mismo “tarea para la casa” que una combinación de “educación en casa”, con “educación a distancia”?
Es importante hacer notar, en primer lugar, que lo que se propuso, como programa, fue instrumentar una especie de combinación entre «educación a distancia» y «educación en casa», ambos alternativas con muy pocos, o sin precedentes, en la educación básica venezolana; y, en segundo lugar, que el proceso de instrumentación, arrancó con una instrucción que no pudo ser cumplida, que era la asistencia de los docentes a las escuelas el lunes 16, para diseñar alternativas y proponer estrategias que permitieran hacer realidad lo planteado como “Cada Familia, una Escuela”.
Como elemento de contexto, hay que decir, que esa instrucción, como tal, no podía ser cumplida, por tres razones fundamentales: la primera es la falta de condiciones para el traslado (ida y vuelta) y el trabajo de los docentes en las escuelas, especialmente, tomando en consideración las medidas de prevención necesarias, así como las fallas de transporte público y de gasolina en la mayor parte del país. (Eso, poniendo al margen, el resto de las condiciones de contexto que dificultaban la presencia y el trabajo de los docentes en las escuelas).
La segunda, la más importante para el desarrollo del programa, la inexistencia de un diseño general, de unas pautas pedagógicas que orientaran la transformación de un sistema en otro y que sirvieran de referencia para el trabajo que le correspondía desarrollar a los docentes. Hay que tener claro que no existe una forma de transformación automática de la educación presencial, desarrollada en las escuelas, a la educación a distancia y mucho menos, a la educación en casa.
Y la tercera, la de mayor peso para el desarrollo de la mencionada actividad, la falta de formación de los docentes tanto para desarrollar actividades de educación a distancia, como para desarrollarlas para un programa de educación en casa, mucho más si tenían que hacerlo de un día para otro.
Efectivamente, una cosa es que cada docente diseñe su planificación y la vaya ajustando a lo largo del año escolar, con un programa, unas pautas de trabajo y reglas de juego diseñadas previamente, y otra muy diferente es que más de medio millón de docentes (profesionales de la docencia y personas no profesionales ejerciendo funciones docentes, de acuerdo a la realidad actual del sistema educativo venezolano), cada uno en su escuela y con referencia en su aula, respondiendo a la diversidad de características y condiciones de las familias de sus estudiantes, diseñe la combinación a instrumentar, con las respectivas acciones de personalización de los aprendizajes, para ser desarrolladas en un programa de educación a distancia o en una alternativa de educación en casa.
Una dinámica como esa, hubiera tenido como consecuencia que, en el mejor de los casos, tomando en consideración las limitaciones de comunicación existentes, hubiéramos podido llegar a tener casi 30.000 variantes de dicha combinación, (asumiendo que la referencia sea el número de escuelas y no el número de secciones), con la imposibilidad de garantizar el éxito en su instrumentación y de poder evaluarlas para extraer de ellas, de su desarrollo y resultados, las características deseables y óptimas a generalizar, identificando también los ajustes necesarios, para lograr la combinación más adecuada para cada contexto y realidad.
A pesar de que la acción, con la que se pretendía descargar el peso del diseño en las escuelas y sus docentes, no pudo desarrollarse, el programa siguió su curso y ya lleva dos semanas de desarrollo, con pequeños retoques. En esta variante, el peso de la instrumentación, recae en las familias y toma de forma en un programa de televisión. Esto es así, salvo en aquellas zonas y comunidades, en las que tanto docentes como estudiantes, tengan equipos y medios de comunicación adecuados, para desarrollar alternativas de educación a distancia.
Desde la suspensión de clases, hasta ahora, se debería haber producido el tan necesario diseño y el ajuste progresivo de lo que se ha ido instrumentando, por parte del ministerio, sin embargo, hasta el momento, a pesar de algunos anuncios, tuits y notas de prensa que hacen referencia a algunas reuniones e intercambios para evaluar lo desarrollado y plantear propuestas de mejora, lo que hemos observado es el desarrollo precario del programa y que se ha mantenido el calendario escolar como si nada sucediera. (***)
¿Las condiciones previas garantizaban calidad en la educación?
Antes de continuar y para que quede más claro, lo que se está experimentando en Venezuela, porque el sistema educativo no llegó a esta contingencia en óptimas condiciones, haremos un recuento de la situación, de forma puntual y lo más completo posible:
- Al momento de surgir el riesgo por el Coronavirus 19, en muchas partes del país había interrupciones de los servicios básicos, electricidad y agua, impidiendo el normal desenvolvimiento de la vida de las familias y de las actividades escolares, lo que comprometía y afectaba, la calidad, completitud y continuidad de la educación básica; así como la asistencia de los estudiantes que, en algunos casos faltaban a clases por no contar con agua en sus casas para lavar sus uniformes o para bañarse.
- Adicionalmente, las fallas en el sistema de transporte y en el suministro de gasolina, en muchas zonas del país, también comprometían la asistencia diaria de docentes y estudiantes a las escuelas. A lo que se suma que, en algunas zonas del país, no hay escuelas y mucho menos transporte escolar, por lo que los estudiantes y docentes, han dependido del transporte privado y público para poder mantenerse en el sistema. En algunos casos, el traslado se hace a pie, pero a ciertas distancias, esa no es una opción sostenible, y de hecho, afecta el rendimiento tanto de docentes como de estudiantes.
- Por otra parte, las condiciones de infraestructura y dotación de muchas escuelas, eran precarias, (situación agravada por la desaparición de un programa de mantenimiento y construcción de escuelas, con planificación y presupuesto, y el traslado de parte de esas responsabilidades y costos a las comunidades); las condiciones de trabajo y contratación de los docentes, así como los programas de formación oficial y los términos de incorporación al ejercicio, violaban las convenciones colectivas y lo establecido en el artículo 104 de la Constitución; los programas de estudio, así como los recursos e instrucciones pedagógicas producidos por el ministerio, no cumplían con un mínimo de calidad y tenían un sesgo ideológico, violando también lo establecido en el artículo 102 de la Constitución.
- En términos de servicios y condiciones, las fallas en el programa de alimentación escolar, que se considera complementario y parte de las condiciones para la realización del derecho a la educación, se agravaron por la falta de gas y las fallas en los servicios públicos en las escuelas, por la falta de dotación y no reposición o reparación de mobiliario y equipos, pero especialmente, por la disminución de la calidad, cantidad y recurrencia en la dotación de alimentos.
- De forma complementaria, la dotación de uniformes y útiles, así como de equipamiento informático, se producía con menor alcance y distribuida a lo largo del año escolar, afectando de forma diferencial, a los estudiantes.
- El calendario escolar tenía múltiples interrupciones, disminuyendo el tiempo, la calidad y continuidad de los aprendizajes, pero sin la instrumentación de ninguna medida de recuperación del tiempo perdido que no consistiera en comprimir las actividades en el mismo tiempo. Las interrupciones podían ser nacionales, regionales, locales, institucionales, o por aula, pero en ninguno de los casos, el ente rector planteaba soluciones, para su recuperación, diferentes a comprimir las actividades.
- La precaria evaluación del sistema, y en consecuencia, la ausencia de información sobre su desempeño, en todos sus niveles y dimensiones, generando una opacidad que impedía hacer ajustes oportunos, así como la participación de los actores del sistema y de los miembros de las comunidades en la toma de decisiones clave y en su regulación.
- La restricción de participación de los actores del sistema, también se vio afectada por la creación y formalización, de organizaciones paralelas a las naturales por sector, previamente existentes, para garantizar la afinidad partidista en las comunidades.
- Finalmente, las condiciones de comunicación asociadas al funcionamiento del sistema, conexión de internet y telefonía, eran precarias en todo el país, intermitentes o inexistentes en muchas zonas, lo que dificultaba tanto la comunicación del ministerio con la red de supervisores, como la consecuente secuencia de la comunicación de supervisores con directores, de directores con docentes y representantes, de docentes con sus estudiantes y con los representantes y de docentes, estudiantes y representantes, entre ellos, lo que impedía gestión cotidiana tanto del trabajo en equipo, como del desarrollo de coherencia en la gestión del sistema.
Esas, en términos muy generales, eran las condiciones pre-existentes al Coronavirus 19, en la educación básica en Venezuela.
Ante ellas, y especialmente, ante ellas en combinación con la ausencia de formación y mecanismos del sistema para la educación a distancia y el absoluto desconocimiento y precedentes de la educación en casa, el ministerio de educación, no podía tener como única alternativa crear un programa basado en esos dos conceptos, sin establecer un tiempo de diseño, preparación, adecuación e instrumentación del nuevo modelo, aunque ello implicara la modificación del calendario.
Pero, como ya se dijo previamente, consistente con la lógica desarrollada a lo largo de los años, el ministerio, optó nuevamente, por privilegiar las fechas y el otorgamiento de “certificaciones”, en lugar del aprendizaje y la calidad de la educación.
¿Qué es y hasta donde llega, “Cada Familia, una Escuela”?
El programa denominado “Cada Familia, una Escuela”, hasta el momento, consiste en el traslado a las familias, de la responsabilidad de facilitar el aprendizaje, sin proveer suficientes y adecuados recursos para ello, «acompañados» por un programa de televisión de 45 minutos de duración, en el que se presentan “pautas” para todos los niveles de educación básica, incorporando, adicionalmente, un segmento de educación especial. Y esperando que, en los casos en los que sea posible, es decir, que no estén afectados, por las precarias condiciones de comunicación, familias, estudiantes y docentes, puedan comunicarse de forma complementaria, por correo electrónico, chats o mensajes de texto.
Para su instrumentación, adicionalmente, desde el ministerio, se han enviado a las escuelas, a través de la red de supervisores, algunas pautas por chat (escritas o en audios), y en documentos digitales, breves e incompletos, para el propósito que, con ellos, se persigue. De hecho, el nivel de desarrollo, precisión y calidad de los componentes del programa, resultan insuficientes para garantizar el aprendizaje en una alternativa que parece estar en plena construcción, mientras se instrumenta, y que responde a una lógica muy diferente a la educación escolarizada y presencial.
Además, hasta el momento, la instrumentación de “Cada Familia, una Escuela”, parte de 10 premisas, no necesariamente ciertas:
- En todos los hogares del país, hay un televisor.
- A todos llega la señal de los canales en los que se transmite.
- En todos los hogares, hay luz a las horas en la que corresponde verlo.
- En todos los hogares hay miembros de la familia con conocimientos y capacidad para acompañar el aprendizaje de los estudiantes.
- El diseño del programa de televisión es adecuado y suficiente para cubrir las necesidades y contenidos de todos los niveles de educación básica, encada uno de sus grados, años, asignaturas y áreas.
- Los contenidos del programa de televisión son significativos y oportunos para todos y cada uno de los estudiantes.
- Hay materiales, equipos y recursos en cada casa para apoyar las actividades, investigaciones y realizar los ejercicios propuestos en el programa, así como para elaborar el portafolios. Eso incluye la existencia de una versión digital o en físico de los libros de la colección bicentenario, de la revista tricolor, y la existencia de computadoras o tablets canaimas.
- Las familias tienen recursos y medios para ir a las escuelas a buscar el PAE y para entregar el portafolios cuando se requiera.
- Las familias y los docentes tienen condiciones y medios para comunicarse.
- Los docentes y los directivos tienen condiciones y formación para desarrollar actividades de educación a distancia, para orientar a las familias sobre las actividades y dinámicas de la formación en casa y las familias tienen formación para facilitar los aprendizajes, sin la asistencia de los estudiantes a la escuela.
Efectivamente, la mayoría de esos supuestos no se cumplen. Muchos de los hogares no tienen acceso a internet y no todos los estudiantes y docentes, cuentan con una Canaima o una Tablet, no todos los hogares tienen televisión, algunos no tienen ni siquiera una radio y si la tienen, no necesariamente les llega la señal de las pocas emisoras que incluyen contenido educativo en su programación.
Para los hogares que no tienen acceso a internet, televisión o radio, la única forma de trabajar es con material impreso, y el programa Cada Familia, una Escuela, no contempla su diseño y producción, lo único que contempla es el uso de la colección bicentenario, que no es suficiente, ni para la realización de actividades en casa, asistidas por las familias, ni para la formación y orientación de los miembros de la familia, sobre como apoyar el aprendizaje de los estudiantes.
En muchas familias no hay personas que tengan el conocimiento y las competencias para orientar el aprendizaje de los estudiantes, más allá de lo que habían hecho hasta ahora, acompañándolos, mientras hacían las tareas que les mandaban para la casa.
Para estas familias, se requiere diseñar procesos de formación y acompañamiento, simultáneos al ejercicio de su rol, como los que se empleaban en el programa colombiano Escuela Nueva, para formar a no docentes, como tales, mientras ejercían en escuelas de acceso limitado.
Adicionalmente, para todos, incluyendo las familias con miembros que tengan, algunas o bastantes capacidades y competencias para poder orientar el aprendizaje de los estudiantes, se deben diseñar y proveer, materiales que tengan versiones digitales y físicas -para poder llegar hasta el hogar más alejado, en Venezuela-, que les permitan identificar las necesidades particulares del estudiante a su cargo, para que puedan apoyar la personalización de los procesos que es propia de la educación a distancia.
El diseño del programa de televisión, actualmente es inaceptable. Comenzando por el hecho de comprimir el trabajo de los docentes y profesores, de todos los niveles, en todas las disciplinas y áreas, de todos los grados y años, incluyendo la modalidad de educación especial y unas instrucciones generales, en 45 minutos, con segmentos que por su duración, no permiten que se desarrolle adecuadamente un contenido y que, para rematar, no se explique o indique ni a las familias, ni a los estudiantes, con detalle, lo que se espera que se aprenda en cada caso y qué es lo que concretamente debe incluir en el portafolios, como muestra de que el aprendizaje se realizó. De hecho, la experiencia en estas dos semanas, indica un precario diseño de guión general y un insuficiente e inadecuado diseño de guiones específicos para cada segmento, todo ello producto, probable e inicialmente, del corto tiempo de duración.
No basta con dar algunas pautas generales o enseñar como hacer un portafolios con material reciclado. Como recurso educativo, debería procurar brindar pautas que garanticen que las actividades se desarrollen en los hogares, de manera y con recursos adecuados.
De hecho, no se puede suponer, como se vio en una de las ediciones, que los estudiantes de bachillerato, aprenden a hacer mantenimiento preventivo de una tablet, porque se les muestre, por encima y a distancia, a un técnico, que cuenta con las herramientas e implementos necesarios, desarmando una y cambiándole la pantalla, lo que, en efecto, no es el tipo de mantenimiento que se dijo que se iba a enseñar.
Tampoco se puede interpretar como “pedagogía productiva” el hecho de decir a las familias que tienen que colectar semillas y darles algunas pautas sobre cómo conservarlas o sembrarlas; o dar una instrucción errada sobre lo cómo se logra crean un envasado al vacío que permita conservar alimentos. Eso, además de insuficiente, es inadecuado e inaceptable, para el ente que tiene como obligación garantizar educación de calidad en Venezuela.
Por otra parte, dado que se trata de toda la educación básica, que incluye 3 niveles, con complejidad y alcances muy diferentes, en lugar de un programa, deberían ofrecerse varios, diariamente, dirigidos específicamente a cada nivel, incluso, organizando los materiales, por años y grados, por áreas y asignaturas y por tipos de estrategias pedagógicas utilizadas. Y si se determina como necesario, debería existir un canal de televisión de uso exclusivo del sistema educativo, que permita ofrecer la diversidad y la calidad que este proceso requiere.
Pero, ¿qué se esperaría del Estado en un momento como éste?
En primer lugar, que estableciera un tiempo de adaptación y reconversión del sistema. Ese tiempo, obviamente no podría ser interpretado como una pausa sin actividades para los estudiantes, pero, implicaría una extensión del calendario escolar, que podría haberse empleado como un tiempo de reconocimiento, evaluación y repaso.
Reconocimiento de las condiciones de cada uno de los actores del sistema, en cuanto a sus capacidades y posibilidades para participar en el desarrollo de un nuevo modelo.
Evaluación de las condiciones reales de cada escuela y docente para el desarrollo de actividades de educación a distancia y las posibilidades reales de combinarla con la lógica de un sistema de educación en casa. (Evaluación necesaria, dadas las precarias condiciones de comunicación existentes, la ausencia de materiales y de formación de los docentes para desarrollar la educación a distancia; así como la ausencia de materiales y la falta de formación de las familias para la educación en casa).
Repaso de lo aprendido o trabajado a lo largo del año escolar, por los estudiantes, con sus familias, para aprovechar el tiempo, consolidar los aprendizajes y determinar los aspectos en los que hay que retomar lo ya visto en las escuelas, pero no aprendido, hasta el momento.
En segundo lugar, que durante el tiempo de adaptación y reconversión, el ministerio y las organizaciones del sistema, simultáneamente:
- Evaluaran la situación de las escuelas y los docentes, en términos del estatus del proceso de aprendizaje y cumplimiento de la planificación.
- Evaluaran las condiciones de cada sección para el desarrollo de actividades a distancia que incluyan el acompañamiento y apoyo a las familias y el monitoreo y apoyo a los estudiantes, comenzando por la formación real de cada docente y sus competencias para la enseñanza a distancia.
- Desarrollaran un proceso de evaluación y compilación de materiales didácticos de diversas fuentes, nacionales e internacionales, y formatos que puedan utilizarse, con una adaptación mínima, o sin requerir adaptación, en la nueva modalidad. (Esta compilación pudiera permitir el aprovechamiento de materiales audiovisuales y documentales que se encuentran a disposición en la red, a través de su difusión en formatos que puedan llegar a más hogares, a través de la televisión, de la radio, de dispositivos informáticos, o en físico, sin depender de la conectividad para su acceso).
- Reestructuración de los procesos de planificación y evaluación de las actividades con la incorporación de nuevas técnicas y actores con nuevos roles, como las familias, precisando muy bien lo que se espera de cada actor durante todo el proceso y en cada tipo de actividad, y elaborando o adaptando materiales para apoyar el proceso en todas sus dimensiones y actores; así como, incorporando la personalización, como elemento clave de este tipo de modelo educativo, personalización que incluya la peculiaridad de las condiciones en las que se desarrolla el proceso educativo. La elaboración de los materiales, debe incluir guías y pautas para que las familias puedan comprender y ejercer, de manera óptima el rol que les corresponde en el proceso.
- Incorporación de recursos y experiencias existentes, como las de formación radiofónica de Fe y Alegría, con las adaptaciones requeridas, para los niveles en los que sea aprovechable. De igual manera, incorporar las experiencias existentes en la modalidad de educación especial, en el diseño y desarrollo de recursos, programas y materiales especiales para las diversas necesidades de los estudiantes con condiciones especiales.
- Modificación adicional del calendario escolar, de acuerdo a los requerimientos que se desprendan de la instrumentación progresiva de la nueva modalidad y con la flexibilidad necesaria, dada la peculiaridad de la situación que origina los cambios.
- Inversión en dotación de equipos y mejora de las comunicaciones, para ampliar el alcance de los recursos tecnológicos a las zonas y familias que, en este momento, no tienen acceso a ellos.
- Elaboración de un nuevo proceso de monitoreo y evaluación, para hacer seguimiento y ajustes del proceso, durante su diseño e instrumentación, garantizando la calidad de la educación, como el resultado óptimo buscado en el sistema.
En tercer lugar, que la instrumentación del sistema contara con: un diseño adecuado (mejorado progresivamente durante su instrumentación) del sistema y de los procesos; con mejora progresiva de las condiciones de desarrollo del programa, que incluyan el incremento de las opciones de formación, de los mecanismos y medios de comunicación, así como el desarrollo de materiales (radiofónicos, audiovisuales y documentales, físicos y digitales) de calidad adaptados a la nueva modalidad, y mecanismos de seguimiento y evaluación acordes con los requerimientos y peculiaridades de la combinación de educación en casa y a distancia.
Y en finalmente, cuando se superen las restricciones como consecuencia del Coronavirus 19, se requiere, por una parte, la realización de una evaluación posterior y una ampliación del próximo año escolar, para restaurar lo que no se pudo desarrollar por las limitaciones y por las deficiencias de la alternativa instrumentada por el ministerio; y por la otra, un proceso de evaluación de lo sucedido y de las condiciones reales del sistema y de la política educativa existente, con la identificación de aprendizajes que permita mejorar el funcionamiento del sistema educativo escolarizado a futuro, en Venezuela.
(*) Entre el anuncio de la suspensión de clases y la nota de prensa publicada ayer, se dieron una serie de eventos y circuló alguna información en documentos, que estamos terminando de compilar y organizar, y que será publicada en otra nota.
(**) Nota de prensa en el portal del MPPE: Unesco y Unicef reconocen iniciativas del Gobierno Bolivariano para garantizar la educación durante la contingencia por el Covid-19
(***) En este punto, es importante resaltar que en una nota de prensa sobre la reunión que se desarrolló ayer, 27 de marzo, por videoconferencia, con las zonas educativas, se mencionaron iniciativas puntuales de 4 de las zonas educativas del país, para contribuir en el desarrollo del programa. En la reseña se incluyeron 2 fotos de la pantalla de la videoconferencia, en la que se veía la participación de solo 13 equipos zonales, que con el de Distrito Capital que podía estar también en la sede del ministerio, la participación no llegaba al 60% de las zonas educativas existentes, a menos de que las demás estuvieran conectadas aunque visibles en pantalla.
Excelentes reflexiones. Nos toca duro a los Docentes. Pero peor a Directivos y Coordinadores quienes debemos adecuar los lineamientos a la realidad de cada Centro
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Así es, cuando no están claras las pautas, es mucho más complicado y exige mucho más de las personas con responsabilidades de dirección y coordinación.
Excelente artículo Dra Ramos. En esta crisis se observó con toda claridad, las grandes falencias que tienen dos actores importantes del hecho educativo, los estudiantes y los docentes, pues ninguno tiene la experiencia en la educación a distancia, y menos aún en la educación virtual. Amén de los problemas de conexión, electricidad, agua y alimentación que son evidentes, y además agudas, que complican más el panorama de los dos sectores. Ambos actores, están en medio de una «contingencia» (me gusta llamarla por su nombre: crisis) cuyo saldo al final, será negativo. Yo vivo en Maracay, y aquí el Jefe de Zona, le exige a las madres cocineras, que asistan a las instituciones a preparar los alimentos a los estudiantes, contradiciendo lo que se nos pide a todos: «quédate en casa», exponiendo una contradicción más de esta administración, y que por supuesto, habrá algunos defensores de esta acción a la zaga.
Gracias por el comentario Arturo. En efecto, la garantía del Programa de Alimentación, pone en un dilema a quienes prestan ese servicio en las escuelas. Pero, dada la crisis que estamos viviendo, la solución requiere de otras condiciones que permitan seguir apoyando a los estudiantes con su alimentación, sin poner en riesgo, innecesario a las madres cocineras. Lo mínimo que se debería garantizar es seguridad, condiciones adecuadas y transporte. En este momento, se pudiera entender que las madres cocineras cumplen funciones estratégicas como las de algunos trabajadores del sector salud, pero eso implica que no se les puede obligar y también que la administración tiene más responsabilidades en las condiciones que le toca garantizar.
Excelente artículo, voy a tomar algunas afirmacines de su exposición, con su crédito, para un reportaje en El Universal, junto a otras voces del área educativa.
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Perfecto! Y gracias!